miércoles, 28 de marzo de 2012

Miguel Abuelo: El paladín de la libertad


El pasado Lunes se cumplió un nuevo aniversario de la desaparición física de uno de los vocalistas emblema de la decada del 80 en la República Argentina: Miguel Abuelo.


Aquella seguidilla fue brutal, oscureció las almas: en tan sólo un año, desde diciembre de 1987 a diciembre de 1988 habían partido tres lideres fundamentales en la new wave argenta, en el rock de este país, el primero fue Luca Prodan, en el medio Miguel y luego, Federico Moura.


Miguel Ángel Peralta nació en Munro, zona norte del Conurbano bonaerense, en el año 1946. Ya desde su aparición en este mundo tuvo síntomas particulares: pasó su infancia en un orfanato (nunca conoció a su padre) y años más tarde quedaría al abrigo de una pareja mayor, lo cual le forjó una particular y extravagante personalidad. En su juventud empezó a frecuentar La Cueva, mítico bar del centro porteño, donde conoció entre otros, a Javier Martinez (Manal), Lito Nebbia (Los Gatos) y Pipo Lernoud, con el que compartió vivienda.


Ya en 1968 crearía a una banda que se transformaría en emblema del rock nacional: Los Abuelos de la Nada. Graban algunas canciones que luego se convertirían en clásico como Diana Divaga u Oye Niño, con la presencia en guitarra de Pappo Napolitano. El grupo dura poco y Miguel viaja a Europa escapando de la dictadura de Ongania. Divaga entre Francia y España y edita su primer disco solista Miguel Abuelo Et Nada.


En su periplo europeo fue arrestado por ser inmigrante indocumentado, momento en el cual Miguel dedica su tiempo a su otra pasión, la literatura, específicamente la poesía. Consigue regresar gracias a Cachorro Lopez, con quién retomaría el mando de Abuelos de la Nada, incorporando a músicos del calibre de Daniel Melingo, Gustavo Bazterrica y Andres Calamaro.


Sale a la luz su primer LP Los Abuelos de la Nada, con producción de Charly García, lo cual consigue un éxito casi inmediato. Llegan a Obras en dos oportunidades y ya con la salida de Vasos y besos (1983) el exito es masivo: lo presentan en Velez, teniendo a Mil horas como sencillo, canción que trascendería las épocas. En 1984 Miguel edita Buen día, día de forma solista y también Himno de mi corazón con Abuelos, banda que ya tenía muchos conflictos, por la creciente influencia de Andres Calamaro y la salida de Bazterrica.


Abuelo intenta reacomodar el grupo y termina editando Cosas mías, último disco de la banda que a esa altura no era la misma. Tanto que el paso siguiente fue pasar a llamarse Miguel Abuelo en Banda. Ya en este tiempo, se descubre que el cantautor padecía de SIDA, lo cual terminaría rapidamente con su carrera musical y luego, con su vida.


Así se iba un extraordinario artista, con letras preciosas, marcada actitud sobre el escenario y nuevas ideas por contar. Parte de una revolución que ocurrió en mitad de los ochenta, incorporando desde su grupo vertientes como el funk o el tecno en el rock. Dueño de una particular y entrañable voz, Miguel Abuelo dejó también su legado marcado a fuego y aún sigue sonando en el viento.

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