sábado, 18 de mayo de 2013

Fermín Muguruza: un grito de rebelión


El carismático cantante vasco vino a presentar su último trabajo discográfico Ashmatic Lion Sound Systema además de repasar su extensa carrera, desatando una fiesta separatista en la ciudad de Buenos Aires.


Noche de rock como las de antes. Si este género que ya ostenta más de medio siglo como tal reivindicaba en un principio la gesta de rescatar voces, contagiar rebeldía y decir aquello que no se oía en otros lados, Muguruza rescata ese espíritu primario cada vez que se sube a un escenario.

Este artista de 50 años las tiene todas: cantante, guitarrista, productor, socialista, vasco, separatista, autogestivo. Y las que no tiene, las sostiene, como el demostrarse a favor de la causa palestina en sus letras.

El hecho de que la lengua ejecutada sea el euskera, una de las políticas que más resalta el artista, aparejado a sus raíces, de las cuales hace ostentación cada vez que puede (como forma de combate) termina de generar el cóctel perfecto., ya que resulta como acompañamiento de la música para el oído no acostumbrado.

Esa mezcla de ska, reggae, música regional y una actitud punk como pocas en la actualidad de la escena generan un clima propicio, al cual es difícil escapar. El soundsystem y la ejecución
precisa de sus acompañantes generar un resultado maravilloso.

Fermín es un artista que siempre dijo lo que quiso, tal es así que en Baires no dudo en calzarse la remera de Mariano Ferreyra, para posicionarse y demostrar que, sin mensaje, su obra no sería lo mismo. Aires de Manu Chao y The Clash como influencias ineludibles hacen que, desde este lado del mapa, se le preste mayor atención.

El show del jueves fue una catarata conmocionante. La banda y el frontman no pararon un segundo, acompañados por un público sorprendentemente fiel, que acompañaba cada canción. Claro está, entre los presentes se encontraba una gran cantidad de personas pertenecientes a la comunidad vasca.

Pero lo más evidente y palpable es que el mensaje trasciende. Muguruza jura que no lo hace por plata, sino por placer y por responsabilidad. Ésa de denunciar con canciones y propagar causas a las cuales se les da la espalda. El resultado, después de dos horas de show furioso, le da la razón.

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