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sábado, 18 de mayo de 2013
Fermín Muguruza: un grito de rebelión
El carismático cantante vasco vino a presentar su último trabajo discográfico Ashmatic Lion Sound Systema además de repasar su extensa carrera, desatando una fiesta separatista en la ciudad de Buenos Aires.
martes, 13 de noviembre de 2012
The Wailers en Colegiales: La mística sigue intacta
La legendaria banda de Marley, con sólo uno de sus integrantes originales, se presentó en el Teatro Vorterix, como apertura del festival de la gaseosa. Un show correcto, que se engrandece por las canciones legendarias.
martes, 10 de abril de 2012
Foo Fighters en River: En tu honor
El pasado Miércoles y ante un diluvio que bien supo parodiar al universal, Foo Fighters se presentó en el estadio de River para cerrar sus presentaciones en el país.
La banda liderada por Dave Grohl sufrió las inclemencias del tiempo en su segunda aparición (consecutiva) por estas tierras desde la creación de la banda en 1995, en el marco del festival de la cerveza, aunque el temporal y ciertas circunstancias hicieron que pareciera un recital brindado al unísono por el grupo de Seattle.
viernes, 23 de marzo de 2012
Roger Waters: Una experiencia trascendental
El pasado 14 de Marzo este cronista tuvo la posibilidad de presenciar el show que, hoy en día, se erige como el más imponente de la escena del rock mundial: The Wall Live.
Con un River colmado (esta fue la quinta de las 9 presentaciones sold out) desde la llegada al recinto ya podía observarse el muro a medio armar, que consistía de una longitud capaz de cubrir la distancia entre una platea baja y la otra y una altura de 15 metros; sonido cuadrafónico, con seis torres de sonido ubicadas en las plateas altas y la popular habilitada al público, dos más en la mitad del campo y los complementarios ubicados en el magnífico escenario, completando una puesta única.
Con un River colmado (esta fue la quinta de las 9 presentaciones sold out) desde la llegada al recinto ya podía observarse el muro a medio armar, que consistía de una longitud capaz de cubrir la distancia entre una platea baja y la otra y una altura de 15 metros; sonido cuadrafónico, con seis torres de sonido ubicadas en las plateas altas y la popular habilitada al público, dos más en la mitad del campo y los complementarios ubicados en el magnífico escenario, completando una puesta única.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Pearl Jam en La Plata: Idilio eterno
Foto 1: El Civico
Foto 2: Beto Landoni
Foto 3: Telam
Foto 2: Beto Landoni
Foto 3: Telam
La llegada al Estadio Único por vez primera presagiaba de por si, muchas emociones por vivir: ver a la banda grunge por excelencia y con una vigencia de más de dos décadas sobre sus espaldas, el disfrute a cuentas de una noche inolvidable (si, existía en el aire una gran predisposición a formar parte de otro evento para el recuerdo), el viaje.
Trip que estaba ensayado desde el vamos, saliendo de Retiro, en micro, el mismo que ofrecía la empresa expendedora de tickets. Micro al cual no llegamos a tiempo y por suerte, una persona de bien, un amigo, aunque recién nos conociéramos, hizo el milagro y transformó el recorrido de a muchos en una invitación para apenas cuatro personas. Todo el caos de la llegada fue evitado por nuestro conductor, por lo cual, arribamos al recinto apenas pasadas las 18.30 hs.
Quedaban 90 minutos para que saliera a escena la primer y única banda telonera de la noche: los californianos de EX, con una vocalista al frente con mucha presencia y una banda con reminiscencias punk pero aggiornados a la costa oeste de Estados Unidos, fueron los que abrieron el fuego. El público respetuoso aplaudió al final de cada tema y la primera piña al mentón fue la salida de Vedder para cantar a duo el tema de cierre de set de la buena agrupación de Los Angeles.
Una espera prolongada, tal vez por la ansiedad, tal vez por los más de 30 minutos que tardaron en salir de bastidores tras el show de apertura y el momento esperado: la banda de Seattle, que celebra los 20 años de un disco fundamental (Ten) con esta gira mundial que los trajo de regreso a la Argentina, empezó un set arrollador con Release, del álbum recién citado. El éxtasis ya había llegado, por más que quedaban grandes momentos por vivir, por ese idilio que se instaló allá por 2006 en Ferro y sobrevive, más presente que nunca.
El campo se volvía insoportable, por la energía de la gente al intentar acercarse lo más posible a estos héroes “alcanzables”, mientras desde el escenario se destilaban acordes por doquier con Go, Corduroy (con alusiones a Interstellar Overdrive de Pink Floyd), Hail Hail y Given to Fly, para empezar a bajar las ansias y volver realidad el show más esperado del año por estos lados.
Vedder arrancó el contacto con su gente con un parlamento en español, pero recurrió a su idioma madre para pedir que los espectadores del campo retrocedieran 3 pasos, para descomprimir a los que resistían contra las vallas (y, sin dudas, más de uno tuvo reminiscencias de la tragedia de Roskilde).
Ahí arremetieron con el primer corte de Backspacer, The Fixer, para bajar la pulsión con la hermosa Amongst the Waves, seguida de Inmortallity. Para más, un clásico como Even Flow que nunca está de más y la cosa, cuando parecía respirar, se ponía más caliente.
Qué decir cuando llegaron Lukin, Do the evolution, Life Wasted, Jeremy y Porch para bandear la primera parte de la noche, tras lo cual se generó un intervalo de pocos minutos, cuando ya transitábamos la mitad de la historia.
Luego, Eddie con la acústica colgada salió a vivir con Just breathe y se fueron concatenando Garden, el cover de Wayne Cochran Last Kiss, Supersonic y uno de los momentos más emocionantes, cuando la voz recordó su primera visita a Buenos Aires, 15 años atrás con Joey, Johnny y Dee Dee para despacharse con I believe in miracles. Quedaría otro cierre perfecto de set con State of love and truth y una delirante Blood (medley con Atomic Dog).
Ya estaba todo pero faltaba más, y uno notaba, desde abajo, distintas vivencias: lágrimas, sonrisas y sudor repartidos por igual, así como cuarentones, adolescentes y niños. Si algo es palpable es la realidad de este grupo de amigos que devino en una banda enorme, con presencia, actitud y discurso constante, confiable, a la que muchos le agradecen la esperanza en el medio del dolor.
Los últimos 7 serían golpes de knockout: Smile, una preciosa versión de Mother (otro de Floyd), Black, Better Man (medley I wanna be your boyfriend) y Why Go como una previa en la cual todo aquel que se encontraba dentro del estadio se rindió ante la música y cuando el estadio se iluminó por completo, llegaron Alive (por lejos, la más coreada de la noche), el homenaje a Neil Young con Rockin in a free world y Yellow Ledbetter, ya con Vedder degustando un tinto sobre el escenario y una banda conmovida por tal entrega de amor (días después Jeff Ament publicaría en Facebook que somos el mejor público del mundo y que no había podido dormir al terminar el show, como hacía mucho tiempo no le sucedía).
Poco importó todo lo escrito anteriormente, solo la confirmación de que el idilio será eterno con estos muchachos de Washington y ese saber, al salir del estadio luego de una tremenda noche de rock, de que el mundo puede ser un lugar mejor.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Ella es tan Cargosa en San Telmo: El Oeste y su historia hecha canción
Foto 1: Juan Patricio Balbi
Foto 2: Sol Quiroga Alvarez
Foto 2: Sol Quiroga Alvarez
Llegamos al conocido local de San Telmo para ver a una banda que hizo del 11 un culto o más bien, aprovechó la coincidencia de caracteres para jugar un poco con esto y fijar la idea: El 11/11/11 la banda de Castelar presentó 11, su nuevo disco, que cuenta con 11 canciones nuevas, justamente en el 2011, cuando se cumplen, si, 11 años de la fundación de la misma.
Lookeados para la ocasión y con una función por delante a sala llena empezaron a sonar los primeros acordes, mientras los rezagados terminaban de tomar posiciones. Ya para Comodín, el tercero de la lista, estaba todo dispuesto para darle rienda a una noche para la emoción y las canciones (aunque después Rodrigo Manigot se encargaría de aclarar que Botella al mar, tema que debía sonar en ese momento, se corrió para esperar a Tony 70, que finalmente daría el presente). Continuaron con Autorretrato, donde Mariano tomó la voz cantante, mientras parte del público coreaba y otro tanto realizaba su primer acercamiento al nuevo material (sobre todo en aquellas canciones que no fueron corte).
El set seguiría con Defensas bajas, Una noche de aquellas y Sol (un tema que no suena tanto en vivo), para abrir el momento de invitados. Arriba Coti Manigot en coros, Ruben Gaitan en armónica y Martín Pomares en guitarra para Mis últimos cartuchos, la balada La mano del knock out y el corte de este nuevo material, Pretensiones. Aquí un poco más de contacto con los presentes, con un Rodrigo bastante verboragico, secundado en la tarea por El Tano Baccega, que contó como la tía le pidió que un niño fanatico de la banda pudiera presenciar un ensayo cargosa y como éste se terminaría convirtiendo en uno de los invitados para Llueve: Tomas Atkinson en guitarra, de tan solo 14 años (ya había debutado como invitado en el show cargoso en La Tarzan , en el otoño pasado).
Luego llegaron más clásicos como Carmen, Botella al mar (ahora si, con Tony 70 de invitado), A Trasluz, Siete acordes, el momento más vitoreado para Ni siquiera entre tus brazos (con el gran Beto Olguin, de Los Perez García) y Bailame. Llegaba el momento de descanso breve, cuando el show rondaba la hora y 20 minutos, lo cual demostraba un poco el frenesí del tema por tema.
Ya en la parte de los bises (donde estaba todo permitido por ser su cumpleaños), los músicos se despacharon con la gloriosa Refugio, Highway to hell de AC/DC (un cover casi antagónico, pero que sonó de maravillas), Back in the USSR (a pedido de Mariano Manigot) y el cierre con varios de los invitados sobre el escenario para la canción prima (abre su primer disco) Donde van las melodías, para concluir una fiesta íntima para muchos.
En la despedida, rostros de felicidad, de haber logrado el cometido, una caricia para Maxi Chercover (ex bajista), gran partícipe de la historia de la banda y el gracias final, como conclusión de una noche de celebración.
martes, 15 de noviembre de 2011
Cielo Razzo en Obras: Elogio de la sed
El año pasado se editó un libro sobre la historia de un reducto indispensable dentro de la cultura rock de la Argentina. En él, se desarrollan crónicas de varios de los shows y bandas que pasaron por el estadio emblema de la Capital Federal (Almendra, Serú Giran, Riff, Sumo, Los Redondos, Soda Stereo, Ramones, etc) mientras el lugar continuaba cerrado por refacciones.
Por suerte, para que escribe, Obras volvió a abrir sus puertas, y que mejor debut para quién desarrolla estas líneas que ver el regreso de, a mi entender, una de las mejores bandas argentinas de la actualidad, Cielo Razzo, tras 5 años.
La excusa ideal era la presentación de Compost, disco editado a finales de 2010.
Con un marco digno de una fiesta (y copado por público rosarino, por el partido que disputó Central al mediodía en cancha de Huracan), poblado de camisetas auriazules como remeras de la banda por igual, a las 21.15 hs aparecieron Pablo Pino, Cristian Narvaez, Diego Almiron, Fernando Aime, Javier Robledo, Carlo Seminara y Marcelo Vizzarri para empezar a desandar un catarata de exitos, clásicos y temas nuevos que la agrupación supo conseguir. Con un público que empezó a corear desde el primer acorde, la potencia fue increcendo a través que las canciones se sucedían, al igual que la temperatura, acorde con un sábado más veraniego que primaveral.
Con una hermosa versión de Estrella arrancaba el show que se extendería por más de dos horas y 25 temas. A ésta la sucedió Tu fricción, Sin salida y Mamá, para los primeros saludos y la primer canción de su último disco, Monos. De esto a los primeros acordes de Otoño blanco, la efervescencia y el calor subían de la mano, mientras el conjunto de situaciones invitaba a sumarse a alguno de los pogos que se iban generando. Más tarde se dio una mix entre clásicos y temas nuevos con Desde la puerta, De caer (de Grietas), De ogro, Barek (corte del anterior disco), Conexión (corte del nuevo cd), Miradas (de Marea-2005), Murcielago y Chapa y bandera, uno de los momentos más emotivos de la noche, cuando la capacidad del estadio se encontraba totalmente colmada e incluso había gente que lo asomaba la ñata desde las bocas de acceso. Con una ejecución constante y precisa, algunos improvistos (como que Pino olvidara donde dejó su armónica) y un fuego incendiario que acaparaba los corazones de los presentes, sucedió lo esperado: el pedido de que el volumen general aumente para terminar de decorar el ambiente y entonces si: Medio corazón, Langosta, Pequeña caja, Resto (otra gran canción de los rosarinos), La Roca (puñalada directo al pecho), Perseguido, Serville y Luna.
Un pequeño quiebre para agotar gaseosas, agua y cualquier líquido que sirviera para hidratarse, mientras se cocinaban los bises para la estocada final: Luminoso, Alma en tregua, Carne 2, Que se yo y Quien baja la pata, para concretar dos horas y media de show y confirmar la buena salud de la obra y el reflejo de la misma en sus seguidores. Tras ya casi dos decadas de existencia, Cielo Razzo sigue demostrando que, tras un largo transitar, Buenos Aires sabe ya recibirlos con los brazos abiertos y que Obras bien podría convertirse en el patio de su casa, amén de las grandes presentaciones que han sabido brindar en este emblema de la música nacional. Al salir, esa grata sensación de que no fueron horas perdidas, sino más bien invertidas en pos de instantes de felicidad.
viernes, 11 de noviembre de 2011
The Stokes y Beady Eye en GEBA: The modern age
Los festivales, sobre todo en el último tiempo, tienen ese no se que, que los vuelve tan encantadores (por el hecho de ver a dos buenas por el precio de una) como deleznables. Mientras en los distintos escenarios, bandas locales peleaban ante la inclemencia del tiempo y la falta de espectadores, en el escenario principal sonaban los últimos efectos electrónicos de Goldfrapp, lo cual convertía a GEBA en una sede más parecida a Creamfield que a un reducto rockero por excelencia.
No está demás decir que, si bien, el line up final (Beady Eye-The Strokes) del viernes tenía muchas más coincidencias que el del sábado (INXS-Calle 13-Sonic Youth), el público se podía separar, al menos, en dos mitades: uno fiestero, que fue a disfrutar del dúo inglés y a bailar con lo más movedizo de los neyorquinos y el otro, quizás más nostalgico, que fue a dar fe, con las mejores intenciones, de que Liam y los suyos son locales aquí (más por la historia que por la actualidad).
Cerca de las 22 salía a escena por primera vez en Buenos Aires, Beady Eye, con un disco bajo la manga Dfferent Gear, Still speeding y todas las reminiscencias posibles a Oasis desde los espectadores, cosa con la cual deben lidiar los ex en cada presentación. Con un Gallagher notablemente más a gusto que la última vez en estas tierras y un sorpresivo bajo volumen en el escenario 2, que lograba hacer caotico el mero hecho de escuchar si la ubicación no era frente al escenario, arrancó la nueva banda de Manchester con Four letter word, Beatles and Stones y uno de los cortes del álbum, Millionaire. Desandando la única placa que tienen en su haber (y pecando del poco conocimiento del público sobre la misma) continuaron con Bright the light, uno de sus mejores temas, mientras Liam se desgarraba la voz por llegar a las notas altas. Continuaron The Roller, mientras los fieles gritaban el "Ole, ole Liam, Liam" que luego sería retribuido con a aparición del cantante con la casaca argenta. La lista prosiguió con Standing on the Edge of the noise, Kill for a dream, The Beat goes on, Man of misery y The Morning Son (otro de lo mejor del disco) mientras el éxodo masivo hacia el escenario 1 los dejaba en segundo plano. El fianl fue el cover de World of Twist, Sons of Stage, en una noche que lejos estuvo de cumplir las expectativas, pero que poco tiene para reprocharse desde lo que surgió desde el escenario.
Más tarde, pisando las 23.30 hs, la banda liderada por Julian Casablancas salió a realizar lo suyo: una bola de sonido con temas efectivos y la clásica pose del rockero moderno para el momento más esperado de la noche. The Strokes fue la banda que rescató del letargo los primeros años de la última década (luego de la fiebre de Brit Pop), momento en el cual el rock le abrió paso a la electrónica (comandado por bandas como Franz Ferdinand) con el disco Is this it, en 2001 (uno de los hitos de la década), que se fue apagando con el paso del tiempo. Con New York City Cops (de ese disco) arrancó el set de 90 minutos que fueron casi esquizofrenicos, por el hecho de no parar salvo para saludar a la gente. Después de Heart in a Cage, llegó el primero del disco que presentan (Angles - 2011) Machu Pichu, para volver al debut con The Modern Age, continuaron con You only love one, para otro de los cortes, Under cover of darkness. Otra vuelta al pasado con Is this it (el placer de escucharlo en vivo), y de ahí, el sprint final con este mini set: What ever happened?, Someday, You´re so right, 12.51, Reptilia, Alone, Together, Gratisfaction, Automatic stop, Juicebox, Reptilia, Last Nite.
Quedaban bises para repartir con Hard to explain y Take it or leave it, para dar lugar a papelitos, fuegos artificiales y el final, para desagotar el lugar, después de quedarse con la confirmación de lo bien que hacen su trabajo los Strokes y con que a veces el principio de la hstoria puede ser memorable, aunque poco importe lo que venga.
martes, 6 de septiembre de 2011
Indio en Junín: un Dios visible
Empezar a escribir sobre la procesión ricotera, que en esta ocasión se trasladaba a más 200 km de Cap. Federal es una empresa díficil, por el sencillo motivo de que uno, al querer abarcar la experiencia completa, no encuentre la punta del ovillo para empezar a desatarlo.
Sin perjuicio de esto, para este crónista la vigilia empezó unos días antes, pero el verdadero estusiasmo, la ansiedad, las ganas, y el goce mismo, arrancaron temprano en la mañana nublada del sábado porteño. Una ruta que se suponía imposible de antemano y el suceso fatídico en Jauregüi (donde un micro que llevaba a las Inferiores de Barracas Central a disputar sus correspondientes encuentros con Flandria, chocó contra un camión y seis autos en cadena, con el desenlace fatal para 3 chicos) obligaba a buscar la alternativa correcta. El camino elegido para continuar viaje sería la Ruta 5 (pasando por Lujan y Chacabuco) hasta volver a empalmar con la 7 a 60 Km de la cita. Las primeras horas transcurrieron entre risas y discografía completa de Patricio Rey, más alguna parada técnica. Cuando finalmente encaramos el último tramo, el panórama cambiaba: decenas, centenas, miles de autos, micros y motos con insignia referencial empezaban a tornar más complicada la llegada, pero embelleciendo el paisaje a la vez (sobraron asados al costado de la ruta). Tras las dos horas que demoramos en completar el arribo al predio donde se encuentra el Autódromo Marcilla, dejamos el vehículo a metros de la entrada y se daba comienzo a la procesión.
Más allá del cansancio acumulado en las 8 horas que duró la travesía, el ánimo estaba por las nubes y la ilusión rozaba el éxtasis: miles y miles de chicos, jóvenes, personas mayores, de todos los estratos sociales, con sus remeras, sus trapos, sus cantitos, seguían colmando el aire de un solo color: lamentablemente, acceder al escenerio depararía un trayecto de 10 Km a pie, que desafiaban a la aventura.Todo esto, sumado a la poca luz y la elección de caminos alternativos, lo cual tornaba más épico, iban generando un micro clima inigualable. A las 21 hs todo estaba presto para el comienzo, pero Carlos Solari tardaría 60 minutos más en transformarse en ese alter-ego real llamado "el Indio" y reiniciar el idilio.
A las 22 hs en punto y con Todos a los botes (del flamante Perfume de la Tempestad) arrancaba algo que llamarlo show, recital, evento, sería faltarle el respeto, por el simple motivo de que este suceso es superior (sin hablar de cualidades) a cualquiera que quién escribe haya vivido, por el simple hecho de que cualquier artista que deba hacer pasar a sus seguidores por semejante trajín para 120 minutos de rock, fracasaría tras el primer intento. La lista continuó con El tábano en la oreja, Ceremonia en la Tormenta y Porco Rex, ante el aliento de 120.000 almas respetuosas de la nueva carrera de Solari, pero que sin lugar a dudas, no era lo que fueron a buscar. Todo quedó evidenciado cuando empezó a sonar desde arriba Yo, Canibal, el momento en el cual el espíritu Patricio se apoderó de la masa y desató la locura, el delirio y hasta las lágrimas. Qué decir de las subsiguientes La hija del fletero y Mariposa pontiac/Rock del país, con contar que poco importaba la voz lastimada del Indio y el viento que atentaba contra un sonido nítido para esa multidud alcanza. Luego de esto, un set de golpes a la mandibula con Pabellón 7º, Tarea Fina y La murga de la virgencita presagiaba que las sensaciones por vivir aumentaban en profundidas, ante un público que crecía en intensidad. A continuación siguieron Martinis y tafiroles, Vino Mariani, Torito es nuestro, Nadie es perfecto/ñan fri fruli, To beef or not to beef, Black Russian, ¿Porqué será que no me quiere Dios?, Lobo caído y Cruz Diablo, para darle paso al primer intervalo y el tiempo a la gente de descansar ojos, gargantas, piernas y recuperar el aire, no solamente por lo que sucedía desde el escenario, sino por la poca previsión de mojar la tierra, ya que ante los saltos generalizados, se generó una cortina de tierra condensada, lo cual trajo problemas a más de un asistente.
Las sensaciones siguieron siendo encontradas, ya que más allá de los pocos baños químicos, la mala señalización del camino, la poca luz para el acceso y la tierra antes citada, nadie reparó (incluso quien escribe) en estos problemas en el mientras tanto, quizás porqué el fenomeno de revisitar parte importante de la contracultura argenta que abarca desde finales de los 70 a principios de los 2000, de vivir para los de corta edad la música que adornó (y complementa) adolescencia y juventud, y tener de cerca a uno de los últimos heroes populares interpretando sencillamente canciones, que por detrás conllevan un peso específico cada una, quizás por esos condimentos y el agregado de que la eximia ejecución de los Fundamentalistas del Aire Acondicionado lograban tornar sencillo el cerrar los ojos y soñarse en años pasados, tal vez en todo esto y en los himnos se encuentre el porqué. El tesoro de los inocentes tan sólo ofició de preludio para el vendabal que vendría: Vamos las bandas, Maldición va a ser un día hermoso y la cada día más bella Juguetes perdidos hicieron el resto. Faltaba un intervalo, para distraer con Flight 956 a lo que sigue siendo un hito propio de nuestras tieras, el pogo más grande del mundo: los casi 5 minutos que dura Jijiji logran algo jamás visto por estos ojos hasta el sábado; la conjunción perfecta de cuerpo y alma, el sentimiento de libertad, la hermandad respetuosa y alegre de 120.000 personas, la implosión devenida en explosión, la felicidad hecha canción.
sábado, 27 de agosto de 2011
Zona Rock 1: La fiesta de Ciro, el regreso de El Bordo y el primer gran paso de Salta la Banca
En el día de ayer se abrió un nuevo Zona Rock, con una fecha que convocaba desde el comienzo y que sirvió para sacar algunas conclusiones que definen parte del rock nacional.
Salta la Banca fue la segunda agrupación que subió al escenario (luego de la apertura por parte de Sordos) y desde las primeras palabras de Santiago Aysine sobre el escenario, que claro a qué venian, cuando esbozó "venimos a romper las pelotas, basta de trata de personas, que aparezca Candela"
Con un Malvinas que se iba colmado y empezó con cientos de seguidores, para concluir con su set frente al 60% del estadio, SLB arrancó a las 19.05hs con esta lista: Mercedes y Falto de Asfalto (para quebrar la modorra) Que nunca se repita y Considero, para seguir demostrando el compromiso de la banda, que se sustenta en su música y sus mensajes, siendo QNSR el único tema de Ya no somos 2 ahora. Más tarde, seguirían los temas más hitteros (y no por ello, de menor calidad) de Seremos. Que salte la banca, Búsqueda, Somos y Seremos (corte del 2do disco, con Ely de Los Gardelitos). Para el final, Sueño para confirmar el todo: la efectividad de su música, la mezcla barrial que tanto le suma, la murga Ay! Mamá subiendo al escenario para el cierre y el primer mojón para una banda que se va alejando del escenario under hacia una masividad distinta, con fundamento y cosas que decir.
Más tarde, fue momento de los chicos de El Bordo, quienes arribaron al stage con un 80% de la capacidad llena y lo fueron llenando durante la hora y diez minutos que vibraron desde el escenario. La banda de Ale Kurz (a quién se lo notó visiblemente feliz) arrancó el set a las 20.25 hs y casi sin descanso, desandaron más de 10 temas para el deleite de los presentes.
La lista fue la siguiente: Noche extraña, Jazz barrial, Siento (uno de los cortes de su último disco, Historias Perdidas) De tanto en tanto, ¿A donde vás? (otro de los cortes), Puerto escondico, Donde Vagan los sueños (otro más), El Regreso (el momento en el cual Ale se hizo un segundo para hablarle a su público, agradecerles la presencia y contar su alegría por la fecha), Volando, La Banda, Los Perdidos, Soñando despierto, Cansado de ser. El cierre fue para En la vereda, quizás el tema más vivado de la noche, que incluyó el riff de Smell like teen spirit de Nirvana. La banda sonó ajustada, con precisión y disfrutando cada acorde. Este fue el regreso, tras un parate de un par de meses, tras la gira. Siendo una banda que pertenece al segundo pelotón del rock argento, El Bordo demostró la experiencia y el empuje que les dió su última placa, que hace que cada vez capten más público y tengan un futuro más que promisorio.
Llegando al cierre, a las 22hs el ritual ya estaba armado y sólo faltaba lo que se hizo esperar un poco más: con un Malvinas reventado, trapos por doquier (de mano y colgados sobre las plateas) y los cantitos vivando a la salida de Andrés y los suyos, Ciro y Los Persas volvieron a los escenarios de Cap. Federal.
Un show que arrancó de movida con Banda de Garaje y Antes y después (dos de los hits de Espejos) daba cuenta de la fidelidad de la gente para con el ex-vocalista de Los Piojos, aunque la estirpe piojosa salga a gritos en cada intervalo. La banda pareciera haber encontrado su punto justo, ya que tanto Martinez como la banda disfrutaron y se divirtieron con el transcurso de los temas, tanto que la inclusión de Next Week de Sumo entre tema y tema pareció espontenea (y puede que así haya sido). Luego de varios temas, empezaron a aparecer las reminicencias piojosas y la cosa iba tomando otro color: Desde lejos no se ve fue victoriada y saltada por todos los presentes. Tras un set de 10 temas, Juan Avalos sobre el escenario se encargó con su guitarra, de ganarse la admiración de propios y ajenos, al grabar y mezclar en vivo distintos sonidos de lo que empezó siendo un malambo, con el estadio a oscuras y la luz de su presencia. Volvieron en banda para Buenos Tiempos y Blues de gato sarnoso. Más tarde adelantaron un tema de lo que será el nuevo material y siguieron disparando con Pistolas y otro gran momento con El Farolito, con solo de teclado incluído. Continuaron con Insisto y Chucu-chu, donde subió un pato al escenario para bailar con los guitarristas y Ciro se bajó para chocar manos con su gente. Antes de los bises, Andres con acústica y quizas el punto más álgido con Pacífico.
Los bises arrancaron con Vas a bailar, y también contaron con Babilonia, tema pedido por el público, para concluir Que dure la noche para un show completa. La gente adoptó a la nueva banda de Ciro, el ritual continúa presente y la confirmación de que, de esta manera, Los Piojos vivirán por siempre.
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